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La solidaridad es definida por el diccionario de la Real Academia Española como la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. En otras palabras, implica disponer de un determinado tiempo, cuidado y recursos, en algunas ocasiones, en favor de otras personas, sean o no de nuestra familia. La solidaridad conlleva deslindarse de centrarse en sí mismo y ver a nuestro alrededor, ser sensibles ante lo que pasa fuera de nuestras vidas, la cual, aunque con situaciones por resolver, es una carga menos dura en comparación con la de otras personas.

En nuestros tiempos, la solidaridad es una especie en peligro de extinción. Notamos cada día cómo pasan las horas del reloj velozmente, con personas de un lado para otro, apretadas por las agendas y creyendo que solo su vida, sus cosas por hacer, su “mundo”, es importante. No hay espacio para notar que enfrente, a un lado o atrás nuestro hay alguien que en silencio o, tal vez, a su manera está pidiendo a gritos nuestra ayuda.

En los ideales de la sociedad se habla del deseo de ser una nación o región desarrollada, con oportunidades para todos, con crecimiento sostenido, pero se ha descuidado un elemento trascendental en torno a ello: la enseñanza y práctica de la solidaridad. Desde la niñez, en el hogar y en el centro educativo, esta virtud debe recibir el protagonismo que merece, siendo fundamento principal de los nuevos profesionales, que son la Honduras del mañana, la Honduras que tomará decisiones pensando o en sí mismos o en beneficio de la mayoría.

Al hacer esto, seguramente nos ahorraremos conflictos futuros por injusticias, malos tratos y dejará de existir la fragmentación o división de la sociedad, donde muchos actualmente hablan sin escuchar, sin analizar las razones de los demás, sin dar lugar a la empatía, todo es mío y los demás que esperen su turno, si es que hay posibilidad. La falta de solidaridad trae atraso, y el atraso da como resultado la falta de progreso humano y financiero, frustración, ansiedad, entre otros.

En conmemoración del 31 de agosto, Día Internacional de la Solidaridad, hemos tomado a bien dedicar unas líneas a este tema con el objetivo de incentivar a aquellos niños y jóvenes formados actualmente en las aulas de clases a ser la diferencia, a dedicar tiempo para meditar y evaluar su nivel de solidaridad para con sus familias, en primer lugar, y aquellos maestros o compañeros con quienes tienen un trato diariamente.

¿Cómo demuestro la solidaridad en la familia?

Todo empieza en la familia, el denominado grupo fundamental de la sociedad, la cual está integrada por distintos tipos de grupos familiares. Su función es formar a sus miembros y, por lo tanto, es allí donde se deben poner en práctica y recibir los frutos de la enseñanza impartida. Practicarlo nos librará de ser parte de aquel dicho que expresa “En casa de herrero, cuchillo de palo” o “Candil de la calle, oscuridad de la casa”.

A continuación, algunos consejos sobre cómo ser solidario en la familia:

  1. Ayuda a mamá y papá, sírveles con amor, dales descanso, son tu mayor tesoro.
  2. Comparte tus pertenencias con tus hermanos. Apóyalos, sé su amigo, sé siempre su primera opción.
  3. Si ya no usas algo y está en buenas condiciones, regálalo a alguien de tu familia. Hazlo en secreto, sin que nadie lo sepa.
  4. Si alguien de tus familiares se enferma, trátalo con cariño, ponte a su disposición, cuídalo según tus posibilidades.

¿Cómo puedo ser solidario en donde estudio?

Por el tiempo que pasamos en los centros de formación académica, ya sean escuelas o colegios, estos lugares se convierten en un segundo hogar, un espacio en el que demostramos cómo se nos ha instruido en nuestras casas y donde se corrigen aquellas debilidades con las cuales nos hemos presentado. Con base en lo anterior, se deduce la importancia de actuar con solidaridad en agradecimiento y reconocimiento a quienes compartimos día a día.

Así puedes demostrar solidaridad en tu centro educativo:

  1. Respetando a tu maestro, no haciéndolo repetir más de una vez las instrucciones, cuidando tu comportamiento, sé empático con ellos.
  2. Apoyando a tus compañeros, no dándoles copia de tu trabajo, sino compartiendo tus conocimientos y guiándolos.
  3. Dona tus pertenencias en buen estado a aquel que lo necesita. Sé discreto, hay quienes se apenan al recibir ayuda en público.
  4. Mantén limpio tu lugar de trabajo, el aula, los baños, la institución en general, sé consciente de la labor del personal de limpieza y seguridad.
  5. No difundas rumores y detén el “bullying” contra tus compañeros, ponte en su lugar, a nadie le gusta ser humillado.
  6. Colabora en las actividades que se promuevan en favor de la sociedad, aquellas acciones dirigidas a los más necesitados.

Queremos cerrar recordándote algo importante: la sociedad actual es un reflejo de las acciones individuales de cada hondureño, por ello te motivamos a ser diferente a partir de hoy, ten presente en tu mente que Honduras es tuya y tu derecho y responsabilidad es cuidarla, hacerla avanzar y darle una nueva cara, más empática, más solidaria, más justa.